Por: Reyna Sánchez
Olivia de Havilland fue una actriz que inició su carrera en la niñez, logrando un desarrollo prolífico que se vio coronado con la obtención del galardón dorado del cine: el Oscar, por su actuación en “La vida íntima de Julia Norris”, así mismo recordada por la interpretación de Melania Hamilton en “Lo que el viento se llevó” con la que alcanzó su primera nominación a la estatuilla. Sin embargo, previo a la obtención del gran premio tuvo que luchar por su libertad actoral y laborar, enfrentándose legalmente con la poderosa productora Warner al buscar ser liberada de un insoportable contrato, esta acción logró sentar las bases de un nuevo esquema de trabajo para los actores en Hollywood a través de la aplicación de una ley bautizada como la “Ley de Havilland”, que hasta hoy es el nombre con el que se le conoce en la jurisprudencia americana, por todo esto es muy recordada por su gremio, y más aún en su reciente fallecimiento que tuvo lugar el 24 de julio de 2020 a la edad de 104 años en la ciudad de Paris.
Durante los años 30’s y parte de los 40’s las condiciones laborales y personales de los actores en Hollywood eran controladas en su totalidad por las grandes productoras como Fox, Warner, Paramount, Metro y RKO, que hacían y deshacían carreras a su antojo. Los actores no tenían derecho a elegir sus papeles, mucho menos a rechazar los que se les imponía representar, sus contratos eran de un mínimo de 7 años, al que usualmente se le sumaban tiempos extras por el tiempo gastado en castigos que se generaban cuando incumplían alguna indicación, instrucción o decisión del estudio; eran obreros de los sets, donde una solo impuntualidad o negarse a hacer un papel los podía dejar en el hielo con suspensiones y sin sueldo por largo tiempo.
Para integrarse a la producción de “Lo que el viento se llevó” Olivia debió convencer a su estudio ser prestada para realizarlo, este anhelo se desprendió de la insatisfacción de interpretar prácticamente los mismos roles película tras película, roles de la chica casamentera que se enamora y que tiene impedimentos de parte de la familia para lograr su sueño de llegar al altar, según la misma Olivia explicó en una entrevista. El tiempo avanzó y se cumplieron los 7 años de duración de su contrato, Olivia estaba ansiosa de su conclusión, pero Warner le pidió cumplir otros 6 meses extras por el tiempo de suspensión que adeudaba, tras cumplirlos, nuevamente le sumaron otros 6 meses, fue el momento en que la actriz entabló una demanda contra la productora, una situación nada fácil ya que existía el antecedente de que actrices como Greta Garbo y Betty Davis, entre otros, se habían enfrentado a sus contratantes, resultando en situaciones perjudiciales para sus carreras sin solucionar el problema. Olivia de Havilland, se mantuvo en su decisión de llevar a corte al monstruo de la producción con la ayuda de su abogado y amparados en las leyes de California que definían que ningún patrón podría mantener a un trabajador más de 7 años, pero con el cuestionamiento de si eran días según calendario o trabajo real, la actriz se mantuvo en su posición describiendo su relación laboral como una semi esclavitud de parte de la productora, el juicio se realizó entre 1943 y 1946 con una duración de 2 años y medio en los que la actriz no pudo trabajar, pero valiendo la pena el esfuerzo al ganar el caso, sentando un antecedente de defensa para los actores, reforzada años después por factores como las leyes antimonopolios y el apogeo de la televisión.
Muchos actores recordaron a la gran actriz en la fecha de su deceso, particularmente Jared Letto hizo referencia al impacto que tuvo en su vida en apoyo a la situación que 30 Seconds to Mars enfrento con su disquera años atrás, comentando en sus redes sociales: “Olivia tuvo un impacto poderoso en mi vida y tuve el placer de pasar un tiempo con ella en París. Le agradecí su valentía y compartí cómo sus decisiones nos afectaron a mí y a mi hermano”